domingo, 2 de marzo de 2008

Mate

Lo bueno del blog es que le permite a uno escribir absolutamente cualquier pelotudez sin que nadie le niegue el derecho a escribir cualquier pelotudez. La infinita diversidad de temas a tratar en un espacio como este es tal que hay que ser un tremendo imbécil con una total falta de imaginación para no ocurrírsele tema alguno en dos meses. Pero como todos ustedes saben, imbéciles hay en todos lados, por lo que no debería sorprenderles que yo sea uno de ellos.
Ahora bien, estos dos meses de ausencia imaginativa no fueron desaprovechados en su totalidad. No, no, ¿qué se pensaban? El bimestral alejamiento del blog me ayudó a meditar sobre qué carajo podía escribir en mi siguiente posteo. Así pues, nació la siguiente idea, ni mejor ni peor que las anteriores. Solo una más.
El fin de año se acercaba y la mejor propuesta que tenía era ir a pasarlo a Villa Gesell con unos amigos, por lo que aprovechamos y estiramos la estadía hasta una semana. Allí se sucedió un hecho (muy común en la playa, por cierto) que me hizo trabajar el cerebro como pocas veces en mi vida. Estábamos allí en la playa, mis amigos y yo, luego de un partido de beach voley (estimo fue una derrota, si no hubiéramos estado aun dentro del terreno defendiendo el honor) cuando uno de los muchachos que conocimos ahí se presentó con un mate y galletitas. Exhorto a la gente que está leyendo esta pelotudez a que olvide la existencia de las galletitas, ya que el papel de estas en la historia es cuasi nulo, y absolutamente carente de importancia para la cuestión. El tema es que empezó, como de costumbre, la ronda de mates entre los presentes. Sabido es que, luego de recibir el mate y tomarlo o sorberlo, es necesario devolverlo al cebador para seguir la ronda. Aquí yace el fondo del asunto. Atentos. Si al devolver el mate se pronuncia el vocablo “gracias”, se da por sentado que no se quiere tomar más mate, ya fuere porque está feo, porque no se quiere más, o porque ya uno sabe cuando demasiado mate se convierte en diarrea. Pero… y este es el interrogante: ¿Qué pasa si uno nunca dice “gracias”? Es decir, uno tiene ganas y más ganas de seguir tomando mate. Por lo que, según la costumbre parece indicar, el cebador debería seguir proveyéndole a uno de mate hasta que el tomador diga la palabra clave para dar terminado el asunto. Claro, ustedes dirán, no sin cierta validez, que cuando se termina el termo, se termina el mate. Y yo diré: no, ni en pedo, quiero seguir tomando. Vos ofreciste mate, andá a buscar más agua hasta que yo no quiera más, egoísta. Sino, ¿para qué ofreciste al principio?
Realmente es un tema complicado de tratar, e imagino una gran repercusión por el asunto.

P.D.1: Pueden comentar sus experiencias al respecto. Me contaron de una piba en Santa Fe que murió luego de cebarles mate 4 días seguidos a una murga de 49 personas, período en el que no durmió, no comió ni bebió absolutamente nada además del mate.

P.D.2: El único sinónimo que encontré para la palabra mate fue “porongo”, pero me pareció que de utilizarlo algunos de ustedes podrían verse ofendidos por el vocablo, también usado como agravio o sinónimo del miembro sexual masculino.

Agradezco a Martín, Bernardo, Andy, Tío, Primo, Diego Buonanote y su amigo, que me ayudaron a encasillar mis pensamientos con respecto al mate. A ellos está dedicado este posteo.

2 comentarios:

Maggie dijo...

Yo vivo ofuscada porque, como soy una eprsona muy educada y agradecida, cada vez que devuelvo un mate digo "Gracias"; lo que provoca que automáticamente quede eliminada de la próxima ronda, luego de la que tengo que decir en forma obligada "Quiero seguir tomando cabrones", y ahí vuelven a incluirme en la giratina. Debería darles vergüenza, dejar a la pobre Maggie sin pobre porongo.
Y sí, ronco, lero lero.

Rama dijo...

En Uruguay el gracias es señal de que queres seguir tomando, si no queres mas tenes que decir "no quiero mas". Un saludo a todos los que me conocen y al conchudo de mi tio que me obligo a tomar por cada gracias mal expresado(?)