Estaba al pedo y me puse a buscar palíndromos, frases que se leen de izquierda a derecha o de derecha a izquierda. Acá está el fruto de mi investigación:
Dábale arroz a la zorra el abad
A Colima va mi loca
A tu rival, la viruta
A Mercedes, ése de crema.
Abusón, acá no suba
Acá solo Tito lo saca
Acaso hubo búhos acá?
Adán y raza, azar y nada
Al amanecer asaré cena mala
Al azar bailamos; a la somalí abrázala
Allá, cada gorda drogada, calla
Amad a Loyola, dama
Amo la pacífica paloma
Arena mala me da de mala manera
Así Mario oirá misa
Ata más acá la casamata
Atar a la rata
Edipo: la mamá lo pide
Isaac no ronca así
La ruta natural
Lavan esa base naval
Los romanos son amor, Sol
Mal si le das la fe falsa del Islam
No deseo yo ese don
Nota épica: nací peatón
Roba la lona, no la labor
Se lo creí, mareada. Era miércoles.
Somos o no somos
Yo de lo mínimo le doy
Yo hago yoga hoy
La ya conocida por todos...
Anita lava la tina
Y una derivación grotesca
Anita, la gorda lagartona, no traga la droga latina
El mejor de todos
¡Arriba la birra!
Esto podríamos decir si entendimos todo lo anterior:
¡Sé verlas al revés!
Y para que vean que no robo todo, este lo acabo de inventar
¡Orco, lama locro!
miércoles, 19 de noviembre de 2008
viernes, 29 de agosto de 2008
Preguntas sin respuesta
¿Cuántos años tiene Mirtha Legrand?
¿Cuánto pesa Susana Giménez?
¿Por qué los judíos ortodoxos usan galera por tradición, si cuando comenzó el judaísmo todavía no se había inventado la galera?
¿Por qué todos los videos académicos de biología incluían una metáfora deportiva en sus imágenes?
¿El hipopótamo de Pumper Nic está vivo?
¿Por qué nuestro Río de la Plata es tan feo y el uruguayo es tan lindo?
¿Cuántos chinos murieron o resultaron heridos en las ceremonias de los JJ.OO. de Beijing?
¿Quién fue el hijo de puta que inventó a Linterna Verde?
¿Por qué nunca salió la segunda parte de Chatrán?
¿Aquaman tomaba agua?
¿Aquaman se bañaba?
¿Cuánto pesa Susana Giménez?
¿Por qué los judíos ortodoxos usan galera por tradición, si cuando comenzó el judaísmo todavía no se había inventado la galera?
¿Por qué todos los videos académicos de biología incluían una metáfora deportiva en sus imágenes?
¿El hipopótamo de Pumper Nic está vivo?
¿Por qué nuestro Río de la Plata es tan feo y el uruguayo es tan lindo?
¿Cuántos chinos murieron o resultaron heridos en las ceremonias de los JJ.OO. de Beijing?
¿Quién fue el hijo de puta que inventó a Linterna Verde?
¿Por qué nunca salió la segunda parte de Chatrán?
¿Aquaman tomaba agua?
¿Aquaman se bañaba?
jueves, 7 de agosto de 2008
Miguelito y los emos
Miguelito fue enjuiciado por asesinar a la Presidenta, a las cabezas de las 4 entidades del campo, a 97 diputados, a 22 senadores y a 5 representantes del Grupo Clarín. El juez Schiavo, quien no es el flaco Schiavi ni tampoco Terri Schiavo, decidió que volver a encerrarlo sería un castigo demasiado duro e inútil, y que no ayudaría a Miguelito. Por lo que decidió aplicarle lo que para él era la pena más grave posible: dejarlo libre pero con una tobillera magnética, de esas que están tan de moda en este momento.
Así fue que Miguelito volvió a las calles, siempre acompañado de su “inviolable” tobillera. Como el juicio fue breve, para las vacaciones de invierno nuestro amigo ya circulaba por la Ciudad como Pedro por su casa. Miguelito, quien luego de todo lo vivido en su corta vida ya sabía manejarse mejor que los típicos chicos de su edad en diversas situaciones, solía viajar solo por la Capital Federal para recorrer el zoo, los shoppings y de vez en cuando las plazas. En una de estas excursiones, Miguelito decidió pasar por el Parque Rivadavia. Justamente en ese momento, se desarrollaba allí una reunión de emos. Aproximadamente trescientos de estos subhumanos se encontraban festejando solemnemente vaya uno a saber qué cosa. Miguelito nunca había visto un emo, ya que en San Fernando, donde él vive, casi no hay. Los miró uno por uno lentamente. Recorrió sus tristes caras. Sus excéntricos peinados. Sus negras vestimentas. Su cuidada estética. Y recordó lo que había leído alguna vez sobre los emos. Lo que éstos representaban, que eran una subtribu salida del punk, que eran emocionales, que eran sentimentales. Claro que estos eran distintos. Eran los emos argentinos, o sea, la versión trucha de los emos. No tenían ni una puta idea del idealismo emo. Solo se vestían como tales. Y Miguelito recordó lo que había leído sobre los emos. Y volvió a mirar a los que tenía en frente. Y volvió a recordar, y volvió a mirar y… Ya no aguantó más. Justo pasaba por allí el gordo nazi del Parque Rivadavia, a quien le arrebató las dos pistolas calibre 22 y comenzó a disparar sobre la multitud de emos qué, en lugar de salir corriendo, recibían los disparos con resignación algunos, con alegría otros, mientras que algunos se entristecían por la muerte de sus amigos emos. Esto enfureció aún más a Miguelito, quien fue hasta la Avenida Rivadavia, secuestró un colectivo de la línea 5, subió al Parque y pisó a todos los emos una y otra vez, hasta formar un enorme charco negro emo y rojo sangre, que antes había sido una pacífica pero triste reunión de emos. Finalmente, Miguelito bajó del colectivo, prendió un cigarrillo, lo fumó, y tiro su colilla en el tanque de nafta. La explosión no sólo acabó con los pocos emos que aun se retorcían bajo el colectivo, sino que también voló medio Parque Rivadavia, matando a 6 puesteros que vendían libros y una señora que paseaba un caniche toy llamado Sultán.
Así fue que Miguelito volvió a las calles, siempre acompañado de su “inviolable” tobillera. Como el juicio fue breve, para las vacaciones de invierno nuestro amigo ya circulaba por la Ciudad como Pedro por su casa. Miguelito, quien luego de todo lo vivido en su corta vida ya sabía manejarse mejor que los típicos chicos de su edad en diversas situaciones, solía viajar solo por la Capital Federal para recorrer el zoo, los shoppings y de vez en cuando las plazas. En una de estas excursiones, Miguelito decidió pasar por el Parque Rivadavia. Justamente en ese momento, se desarrollaba allí una reunión de emos. Aproximadamente trescientos de estos subhumanos se encontraban festejando solemnemente vaya uno a saber qué cosa. Miguelito nunca había visto un emo, ya que en San Fernando, donde él vive, casi no hay. Los miró uno por uno lentamente. Recorrió sus tristes caras. Sus excéntricos peinados. Sus negras vestimentas. Su cuidada estética. Y recordó lo que había leído alguna vez sobre los emos. Lo que éstos representaban, que eran una subtribu salida del punk, que eran emocionales, que eran sentimentales. Claro que estos eran distintos. Eran los emos argentinos, o sea, la versión trucha de los emos. No tenían ni una puta idea del idealismo emo. Solo se vestían como tales. Y Miguelito recordó lo que había leído sobre los emos. Y volvió a mirar a los que tenía en frente. Y volvió a recordar, y volvió a mirar y… Ya no aguantó más. Justo pasaba por allí el gordo nazi del Parque Rivadavia, a quien le arrebató las dos pistolas calibre 22 y comenzó a disparar sobre la multitud de emos qué, en lugar de salir corriendo, recibían los disparos con resignación algunos, con alegría otros, mientras que algunos se entristecían por la muerte de sus amigos emos. Esto enfureció aún más a Miguelito, quien fue hasta la Avenida Rivadavia, secuestró un colectivo de la línea 5, subió al Parque y pisó a todos los emos una y otra vez, hasta formar un enorme charco negro emo y rojo sangre, que antes había sido una pacífica pero triste reunión de emos. Finalmente, Miguelito bajó del colectivo, prendió un cigarrillo, lo fumó, y tiro su colilla en el tanque de nafta. La explosión no sólo acabó con los pocos emos que aun se retorcían bajo el colectivo, sino que también voló medio Parque Rivadavia, matando a 6 puesteros que vendían libros y una señora que paseaba un caniche toy llamado Sultán.
viernes, 18 de julio de 2008
martes, 1 de julio de 2008
Miguelito y el conflicto del campo
Luego de estar casi un año en un correcional de menores por la que fue llamada "La masacre de San Fernando", Miguelito retornó a su casa, y retornó a la escuela. Claro que a otra escuela, ya que la anterior se convirtió en un polvorín luego de lo acontecido en julio de 2007. Al principio, esta nueva escuela había puesto reparos en aceptar a Miguelito luego de estudiar sus antecedentes penales, pero un oportuno sobre lleno de dólares enviado por el padre de Miguelito hizo cambiar de parecer al dueño del establecimiento, quien abrió las puertas de par en par a nuestro héroe.
En la primera semana de clases, Miguelito fue con su grado a una excursión organizada por el cole. El destino: la Plaza Congreso, donde se situan las ya famosas carpas, el pingüino, los huevos, etc. Miguelito, a diferencia de sus compas, no estaba muy al tanto de la situación. Claro, todos sus amiguitos ya estaban empapados de tanta información por el conflicto con el campo, pero él no sabía casi nada ya que estuvo incomunicado todo el tiempo que pasó en el correcional. La maestra intentó una y otra vez explicarle a Miguelito el porqué del conflicto. Le contó las posturas de ambos bandos, le comentó todas las reuniones y las distintas propuestas de uno y otro lado, hasta le relató uno por uno los más de 100 días de conflicto. Pero Miguelito no logró entenderlo. No pudo comprender porqué dos de los sectores más poderosos del pais, no se ponían de acuerdo. No pudo comprender porqué ninguno de los dos cedía. No puedo comprender porqué mientras un sector desabastecía de alimentos y combustibles, el otro no hacía absolutamente nada para solucionar el problema. No pudo comprender porqué siempre los que quedan en el medio son los mismos. No pudo comprender porqué parte de la prensa quiere dividir un pais. Todo esto provocó lo que todos temían: Miguelito nuevamente entró en estado de ira. Los dos oficiales a cargo de su custodia no pudieron hacer nada para evitar el desastre. Miguelito aprovechó que justo justo pasaba por allí el Secretario de Comercio Guillermo Moreno junto a la Tota Santillán y Acero Kali, a quienes redujo en escasos segundos (vale recordar que en 1 año preso, Miguelito hizo fierros todos los días, así que esta re grosso). Le quitó el arma a Moreno y encaró a los oficiales de Infantería que estaban apostados frente al Congreso ya que en ese momento se desarrollaba una reunión cumbre entre las 4 entidades, Cristina, los diputados, los senadores y el Grupo Clarín. Uno por uno fue liquidando a todos los policías que salían a su paso. Ya dentro del recinto, Miguelito, quien había comprado 600 kg de explosivos en un puesto de la plaza antes de ingresar, se dirigió a la mesa de negociación y colocó los 600 kg de explosivos debajo de ella. Salió corriendo y, ya fuera del Congreso, accionó el detonador al grito de "¡Este conflicto es una poronga. Mueran todos los políticos, todo el campo, y todos los periodistas! ¡Viva Perón, carajo!".
En la primera semana de clases, Miguelito fue con su grado a una excursión organizada por el cole. El destino: la Plaza Congreso, donde se situan las ya famosas carpas, el pingüino, los huevos, etc. Miguelito, a diferencia de sus compas, no estaba muy al tanto de la situación. Claro, todos sus amiguitos ya estaban empapados de tanta información por el conflicto con el campo, pero él no sabía casi nada ya que estuvo incomunicado todo el tiempo que pasó en el correcional. La maestra intentó una y otra vez explicarle a Miguelito el porqué del conflicto. Le contó las posturas de ambos bandos, le comentó todas las reuniones y las distintas propuestas de uno y otro lado, hasta le relató uno por uno los más de 100 días de conflicto. Pero Miguelito no logró entenderlo. No pudo comprender porqué dos de los sectores más poderosos del pais, no se ponían de acuerdo. No pudo comprender porqué ninguno de los dos cedía. No puedo comprender porqué mientras un sector desabastecía de alimentos y combustibles, el otro no hacía absolutamente nada para solucionar el problema. No pudo comprender porqué siempre los que quedan en el medio son los mismos. No pudo comprender porqué parte de la prensa quiere dividir un pais. Todo esto provocó lo que todos temían: Miguelito nuevamente entró en estado de ira. Los dos oficiales a cargo de su custodia no pudieron hacer nada para evitar el desastre. Miguelito aprovechó que justo justo pasaba por allí el Secretario de Comercio Guillermo Moreno junto a la Tota Santillán y Acero Kali, a quienes redujo en escasos segundos (vale recordar que en 1 año preso, Miguelito hizo fierros todos los días, así que esta re grosso). Le quitó el arma a Moreno y encaró a los oficiales de Infantería que estaban apostados frente al Congreso ya que en ese momento se desarrollaba una reunión cumbre entre las 4 entidades, Cristina, los diputados, los senadores y el Grupo Clarín. Uno por uno fue liquidando a todos los policías que salían a su paso. Ya dentro del recinto, Miguelito, quien había comprado 600 kg de explosivos en un puesto de la plaza antes de ingresar, se dirigió a la mesa de negociación y colocó los 600 kg de explosivos debajo de ella. Salió corriendo y, ya fuera del Congreso, accionó el detonador al grito de "¡Este conflicto es una poronga. Mueran todos los políticos, todo el campo, y todos los periodistas! ¡Viva Perón, carajo!".
domingo, 2 de marzo de 2008
Mate
Lo bueno del blog es que le permite a uno escribir absolutamente cualquier pelotudez sin que nadie le niegue el derecho a escribir cualquier pelotudez. La infinita diversidad de temas a tratar en un espacio como este es tal que hay que ser un tremendo imbécil con una total falta de imaginación para no ocurrírsele tema alguno en dos meses. Pero como todos ustedes saben, imbéciles hay en todos lados, por lo que no debería sorprenderles que yo sea uno de ellos.
Ahora bien, estos dos meses de ausencia imaginativa no fueron desaprovechados en su totalidad. No, no, ¿qué se pensaban? El bimestral alejamiento del blog me ayudó a meditar sobre qué carajo podía escribir en mi siguiente posteo. Así pues, nació la siguiente idea, ni mejor ni peor que las anteriores. Solo una más.
El fin de año se acercaba y la mejor propuesta que tenía era ir a pasarlo a Villa Gesell con unos amigos, por lo que aprovechamos y estiramos la estadía hasta una semana. Allí se sucedió un hecho (muy común en la playa, por cierto) que me hizo trabajar el cerebro como pocas veces en mi vida. Estábamos allí en la playa, mis amigos y yo, luego de un partido de beach voley (estimo fue una derrota, si no hubiéramos estado aun dentro del terreno defendiendo el honor) cuando uno de los muchachos que conocimos ahí se presentó con un mate y galletitas. Exhorto a la gente que está leyendo esta pelotudez a que olvide la existencia de las galletitas, ya que el papel de estas en la historia es cuasi nulo, y absolutamente carente de importancia para la cuestión. El tema es que empezó, como de costumbre, la ronda de mates entre los presentes. Sabido es que, luego de recibir el mate y tomarlo o sorberlo, es necesario devolverlo al cebador para seguir la ronda. Aquí yace el fondo del asunto. Atentos. Si al devolver el mate se pronuncia el vocablo “gracias”, se da por sentado que no se quiere tomar más mate, ya fuere porque está feo, porque no se quiere más, o porque ya uno sabe cuando demasiado mate se convierte en diarrea. Pero… y este es el interrogante: ¿Qué pasa si uno nunca dice “gracias”? Es decir, uno tiene ganas y más ganas de seguir tomando mate. Por lo que, según la costumbre parece indicar, el cebador debería seguir proveyéndole a uno de mate hasta que el tomador diga la palabra clave para dar terminado el asunto. Claro, ustedes dirán, no sin cierta validez, que cuando se termina el termo, se termina el mate. Y yo diré: no, ni en pedo, quiero seguir tomando. Vos ofreciste mate, andá a buscar más agua hasta que yo no quiera más, egoísta. Sino, ¿para qué ofreciste al principio?
Realmente es un tema complicado de tratar, e imagino una gran repercusión por el asunto.
P.D.1: Pueden comentar sus experiencias al respecto. Me contaron de una piba en Santa Fe que murió luego de cebarles mate 4 días seguidos a una murga de 49 personas, período en el que no durmió, no comió ni bebió absolutamente nada además del mate.
P.D.2: El único sinónimo que encontré para la palabra mate fue “porongo”, pero me pareció que de utilizarlo algunos de ustedes podrían verse ofendidos por el vocablo, también usado como agravio o sinónimo del miembro sexual masculino.
Agradezco a Martín, Bernardo, Andy, Tío, Primo, Diego Buonanote y su amigo, que me ayudaron a encasillar mis pensamientos con respecto al mate. A ellos está dedicado este posteo.
Ahora bien, estos dos meses de ausencia imaginativa no fueron desaprovechados en su totalidad. No, no, ¿qué se pensaban? El bimestral alejamiento del blog me ayudó a meditar sobre qué carajo podía escribir en mi siguiente posteo. Así pues, nació la siguiente idea, ni mejor ni peor que las anteriores. Solo una más.
El fin de año se acercaba y la mejor propuesta que tenía era ir a pasarlo a Villa Gesell con unos amigos, por lo que aprovechamos y estiramos la estadía hasta una semana. Allí se sucedió un hecho (muy común en la playa, por cierto) que me hizo trabajar el cerebro como pocas veces en mi vida. Estábamos allí en la playa, mis amigos y yo, luego de un partido de beach voley (estimo fue una derrota, si no hubiéramos estado aun dentro del terreno defendiendo el honor) cuando uno de los muchachos que conocimos ahí se presentó con un mate y galletitas. Exhorto a la gente que está leyendo esta pelotudez a que olvide la existencia de las galletitas, ya que el papel de estas en la historia es cuasi nulo, y absolutamente carente de importancia para la cuestión. El tema es que empezó, como de costumbre, la ronda de mates entre los presentes. Sabido es que, luego de recibir el mate y tomarlo o sorberlo, es necesario devolverlo al cebador para seguir la ronda. Aquí yace el fondo del asunto. Atentos. Si al devolver el mate se pronuncia el vocablo “gracias”, se da por sentado que no se quiere tomar más mate, ya fuere porque está feo, porque no se quiere más, o porque ya uno sabe cuando demasiado mate se convierte en diarrea. Pero… y este es el interrogante: ¿Qué pasa si uno nunca dice “gracias”? Es decir, uno tiene ganas y más ganas de seguir tomando mate. Por lo que, según la costumbre parece indicar, el cebador debería seguir proveyéndole a uno de mate hasta que el tomador diga la palabra clave para dar terminado el asunto. Claro, ustedes dirán, no sin cierta validez, que cuando se termina el termo, se termina el mate. Y yo diré: no, ni en pedo, quiero seguir tomando. Vos ofreciste mate, andá a buscar más agua hasta que yo no quiera más, egoísta. Sino, ¿para qué ofreciste al principio?
Realmente es un tema complicado de tratar, e imagino una gran repercusión por el asunto.
P.D.1: Pueden comentar sus experiencias al respecto. Me contaron de una piba en Santa Fe que murió luego de cebarles mate 4 días seguidos a una murga de 49 personas, período en el que no durmió, no comió ni bebió absolutamente nada además del mate.
P.D.2: El único sinónimo que encontré para la palabra mate fue “porongo”, pero me pareció que de utilizarlo algunos de ustedes podrían verse ofendidos por el vocablo, también usado como agravio o sinónimo del miembro sexual masculino.
Agradezco a Martín, Bernardo, Andy, Tío, Primo, Diego Buonanote y su amigo, que me ayudaron a encasillar mis pensamientos con respecto al mate. A ellos está dedicado este posteo.
jueves, 3 de enero de 2008
Año Nuevo K
A muchos pareció no importarles. Otros, por el contrario, estaban muy preocupados. Algunos incluso lloraban, imaginando quizás el fin del mundo. Lo cierto que, grande o pequeño, el cambio de horario fue un problema. Principalmente en Año Nuevo. El paso del 2007 al 2008 fue cuanto menos tortuoso. Mientras los oficialistas, seguidores de la Hora K hacían el ya clásico conteo regresivo de diez a cero para brindar, los opositores, fieles a la hora anterior, iban recién por el primer plato, tranquilos porque aun les quedaba una hora más de 2007. A decir verdad, la Hora K pegó más de lo pensado. Estudios preliminares habían predicho una aceptación de no más del 60%, aunque por la cantidad de fuegos artificiales, el acatamiento superó ampliamente esa cifra. Lo curioso fue ver al puñado de opositores, abstraídos del jovial clima Cristinezco, esperar una hora más para desatar sus festejos, mucho menos pomposos y estruendosos, pero festejos al fin. A mi me tocó vivir el suceso en Villa Gesell, en donde se vivió este hecho insólito que les acabo de relatar. No se si en otras latitudes de la República ocurrieron situaciones similares, por lo que espero que el público lector comente sus sensaciones.
Siguiendo con el tema del festejo de fin de año y el año nuevo tuve la oportunidad, por vez primera, de pasarlo lejos de mi familia, de mis padres. Por lo que, cuando caí en cuenta, una pregunta me rondaba la cabeza una y otra vez a medida que se acercaban las 00:00 (Hora K): ¿Tengo que hacer algo? Claro, nunca antes había pasado un año nuevo solo, por lo que no sabía si yo tenía que hacer algo para pasar al año nuevo. De eso siempre se ocupó mi mamá. ¿Tengo que apretar un botón? ¿Decir algo? ¿El año nuevo llego porque sí o yo tengo que abrirle una puerta? En fin, muchas cuestiones, algunas intrascendentes, otras de vital importancia, que pude sortear SOLO.
Chau, felicidades.
Siguiendo con el tema del festejo de fin de año y el año nuevo tuve la oportunidad, por vez primera, de pasarlo lejos de mi familia, de mis padres. Por lo que, cuando caí en cuenta, una pregunta me rondaba la cabeza una y otra vez a medida que se acercaban las 00:00 (Hora K): ¿Tengo que hacer algo? Claro, nunca antes había pasado un año nuevo solo, por lo que no sabía si yo tenía que hacer algo para pasar al año nuevo. De eso siempre se ocupó mi mamá. ¿Tengo que apretar un botón? ¿Decir algo? ¿El año nuevo llego porque sí o yo tengo que abrirle una puerta? En fin, muchas cuestiones, algunas intrascendentes, otras de vital importancia, que pude sortear SOLO.
Chau, felicidades.
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